La copa y el vino


Y en el rincón más alejado de mi mente me senté.
Una habitación vacía donde nadie puede llegar.
En ésta ocasión sólo hay una mesa y dos sillas.
Los objetos aparecen de acuerdo a mi necesidad.
A veces es una biblioteca;
A veces es un espejo;
Pero no entiendo por qué hay dos sillas.
En mi vida, sólo hay dos caminos:
Lo que debo hacer,
y lo que deseo hacer.
Aquí alojo lo que deseo......está vacío
Porque nací sin alma y con un corazón muerto
es que fui sumisa y obediente a lo que "debía" hacer.
¡MENTIRAS!
Sólo me obligaban a hacer lo que ellos querían,
y decían que sólo así yo alcanzaría la felicidad.
Fue cuando me di cuenta que no todo lo que "debía" hacer
era lo correcto al ver los golpes en mi cuerpo.
Fue entonces que mi corazón empezó a latir.
Las cadenas se cayeron.
Pero sólo quedaba una pregunta sin responder:
¿Qué es lo que deseo?
Escucho un golpe en la mesa: una copa y una botella de vino.
Destapo la botella y comienzo a servir.
La copa se llena mientras se refleja la imagen de tu rostro.
La botella resbala de mi mano y el vino se esparce por el suelo.
Sólo quedaba la mitad de vino, sin embargo seguía fluyendo una gran cantidad.
Hasta que cubrió todo el suelo de la habitación transformándose en una alfombra.
Una alfombra de terciopelo tan roja como la sangre pero tan suave como una rosa.
Una gota recorría el exterior de la copa cual lágrima en un rostro.
Tus tristezas calladas.
Tomé la gota con un dedo y mojé mis ojos con ella.
Tu reflejo aún permanece en el vino. Te miro.
Podría quedarme horas así, me siento feliz.
¿Feliz?
Tomo la copa, y bebo el vino.
Mi corazón late de nuevo.
Mi alma despierta de su sueño.
La habitación comienza a llenarse de cosas que nunca supe que estaban allí.
Escucho que la otra silla se mueve.
Giro.


Ahí estás.




El Sabor del Deseo


No puedo dormir esta noche
No puedo dormir pensando en ti
Como todas las noches tu rostro es mi última imágen
antes de adentrarme en mi muerte temporal
Pero ésta noche en particular es diferente
No sé porqué
Pero mis deseos comienzan a profundizarse
Ya no es sólo el deseo de perderme en tu mirada
mientras acaricio tu rostro
Ahora quiero algo más
Quiero que me respondas
Quiero que me mires entera
Y que tus manos recorran cada parte de mi
Quiero sentir tu respiración mientras me acerco a ti
Anhelando ese fruto dulce y prohibido
Poder acariciar suavemente tus labios con los mios
Mientras te saboreo lentamente
Inclinando mi cabeza deseando ser uno contigo
Seguir saboreándote de a poco
Aumentando la pasión
Haciendo que nuestros corazones latan más rápido
Abrazarte más fuerte
Besarte...besarte...besarte
Probando la fruta más dulce que pueda existir
El desvelo de mis noches
El motivo de mis inquietudes
Nuestro aliento se agita mientras nos fundimos en uno
Te Deseo
Te Amo
El delirio y el éxtasis nos envuelve
Llevándonos a la cima de éste sentimiento

Y aunque ésto sea sólo un sueño
Ahora me siento complacida
El sueño viene
Todo se desvanece
Me voy feliz
Algún día te veré de nuevo




La llamada del Centauro


La doncella caminaba por el sendero
Sus pies tan delicados, acariciaban el suelo
Sus cabellos danzaban al ritmo de la dulce brisa
Una figura tan pura como si un ángel hubiera descendido del cielo

Sin embargo no había señal de felicidad en su rostro
Apenas se podía apreciar una tímida lágrima recorriendo su rostro
El corazón de la doncella cargaba muchas espinas que no podía arrancar
Ella siguió caminando

El semblante de la doncella se iluminó al vislumbrar una figura
Una aparición jamás esperada
Creyó haber visto a un jinete en su caballo
Pero lo que en verdad vio fue a un mitico Centauro

El Centauro pasó a su lado
La doncella salió del sendero y comenzó a seguirlo
Atravesaron el bosque
El Centauro desapareció

La doncella lo buscó sin percatarse de su propia felicidad
Felicidad que sintió al momento de estar cerca de él
Como si hubiera estado esperando por una respuesta
Y el Centauro fuera el mensajero

En frente de la doncella, una gran roca
Sobre la roca apareció el Centauro
La criatura sacó una trompeta y la hizo sonar
La doncella esperó

Dos hermosos caballos aparecieron
Uno de colores claros, simbolizando la pureza
Otro de colores oscuros, simbolizando el misterio
Cada uno con una marca en el muslo derecho

El caballo de colores claros
Dos cerezas gemelas se podían distinguir
Representando así a las almas gemelas
Y la pasión que existe entre ellos

El caballo de colores oscuros
Tres rosas sin espinas y de colores diversos
Una roja en nombre del amor apasionado y el deseo
Una blanca encarnando a la virginidad
Y una rosada aludiendo a la bondad en los corazones

La doncella sonrió


(Sacado de un sueño que tuve)


A mi Maestro...



Muchos fueron llevados, lo sé muy bien.
Pero tú eras mío, eras de todos.
Una plegaria, una lágrima hasta el fin del tiempo.
Para un amigo amado. Orgullosa de haberlo tenido
y atreverme a llamarlo mío.
Te fuiste como viniste, amigo de todos.

La primera vez que te conocí fue en el 2001
Cuando transmitías tu programa por "Canal (á)"
Y desde ese momento poco a poco
Comencé a sentir la pasión por el ARTE
Recuerdo que todas las semanas esperaba ansiosa frente al televisor
El momento en el que comenzaría a sonar esos memorables tonos
Esos acordes característicos e inolvidables que anunciaban tu entrada




En esos días siempre aprendía cosas nuevas
Cosas que me sirvieron mucho al momento de estudiar ARTE
Aunque, claro, el ARTE no se estudia..........se siente
Todos los méritos que obtuve durante esa etapa
Te los debo a tí.
Luego me dediqué al cine e hice mi primer corto de animación
Mi profesora estaba tan satisfecha con mi trabajo que me dijo:
"¿Porqué no se lo mandas a Caloi?"
Recuerdo que estaba muy sorprendida con esa propuesta
y mi profesora se encargó de enviartelo.
La felicidad que tuve al enterarme que viste mi trabajo y que querías
que participara de un concurso de animación que estabas por abrir,
fue inexplicablemente maravilloso.
Los años pasaron y yo seguía fiel a tu programa
Aún cuando lo dejaron de transmitir, puesto que había grabado
todas las emisiones.
Recuerdo el día en que te tuve en persona en la Feria del Libro
Estaba feliz de ver a mi "Mentor del ARTE"
Gracias a tí conocí mi fascinación por el Surrealismo
(y por las películas de Jan Svankmajer)
A tal punto que tuve que dar un seminario de "Surrealismo en el Cine"
En una exposición de ARTE que se realizaba en mi colegio secundario
Gran parte de mi discurso estaba basado en lo que aprendía de tí
Y todo salió mejor de lo esperado.

Cuando me enteré de tu partida
Sentí que el tiempo se detuvo.
Todo era extraño y no tenía sentido.
En un momento de confusión dije:
"Es injusto. Es injusto"
Pero cuando volví en sí, recordé
por lo que estabas pasando y dije:
"Es mejor así. No soportaría ver sufrir a mi Maestro"

Te fuiste en Gracia, Oh! Ilustre
Te fuiste en Amor, Oh! Amigo
Te fuiste en Paz......Maestro

Llegará el día en que nos volvamos a ver.
Tal vez no me recuerdes,
Pero yo a ti
Siempre

Gracias por todo





El pájaro Azul (V)

 

El mago, que era amigo del Rey Encantador, fue con el hada Soussio a quien conocía, pero estos no eran amigos ya que discutían frecuentemente, como todos los magos y las hadas.
 Ella lo recibió cortésmente, y le preguntó que quería. El mago quiso hacer un trato con ella para que devolviera al Rey a su forma original, pero ella sólo aceptaría si el Rey Encantador aceptaba casarse con Troutina. El hechicero había visto a esta novia tan desagradable que no podía aceptar. Sin embargo, el Pájaro Azul había corrido ya muchos riesgos en su jaula: una de las uñas de sus patas se había roto y sufrió mucho en la caída; Minetta, el gato, lo fulminaba con la mirada de sus ojos verdes; los asistentes habían olvidado darle semillas de cáñamo y su vaso de agua por lo que estaba medio muerto de hambre y sed; y un mono había arrancado gran parte de sus plumas. Lo peor de todo, su próximo heredero había difundido noticias de su muerte y amenazó con apoderarse de su trono.
En estas circunstancias, el mago pensó que era mejor estar de acuerdo con lo que el hada Soussio quería para que el Rey Encantador pudiera volver a su reino y a su forma natural durante seis meses, con la condición de que Troutina debería permanecer en su palacio, y que él debería tratar de enamorarse y casarse con ella; sino, volvería a ser un pájaro azul.
 Así, el Rey se vio a sí mismo una vez más como el Rey Encantador y ya no más como un pájaro, sin embargo, él hubiera preferido seguir siendo el Pájaro Azul y estar cerca de su amada, que un Rey para la sociedad y junto a Troutina.
 El mago le dio las mejores razones de lo que se había hecho y le aconsejó que se ocupara de los asuntos de su reino y el pueblo; pero él no pensaba tanto en estas cosas como en la forma de escapar del horror de casarse con Troutina.
 
Mientras tanto, la Reina Fiorina, vestida de campesina con un sombrero de paja en la cabeza, y un saco de tela al hombro, comenzó su camino: a veces a caballo, a veces a pie, a veces por mar, a veces por tierra, caminando cada vez más hacia su amado Rey Encantador. Un día, deteniéndose junto a una fuente, dejó su cabello suelto y sumergió sus cansados ​​pies en el agua fría, cuando una mujer vieja, encorvada y apoyándose en un cayado, le dijo:
"Mi hermosa doncella, ¿qué haces aquí sola?"
"¡Madre!", Respondió la reina, "tengo demasiados problemas para ser una compañía agradable."
"Cuéntame tus problemas y yo trataré de alivianar tu carga".
Fiorina obedeció y contó toda su historia y cómo ella estaba viajando por el mundo en busca del pájaro azul. La pequeña mujer escuchó con atención y a continuación en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió, en una hermosa hada.
"Incomparable Fiorina, el Rey que buscas ya no es un pájaro, mi hermana Soussio le ha devuelto a su forma adecuada, y gobierna en su propio reino. No te aflijas, la felicidad será tuya. Toma estos cuatro huevos, y cada vez que estés en problemas, úsalos" Y habiendo dicho esto, el hada desapareció.
Fiorina, muy consolada, puso los huevos en su saco y volvió sus pasos hacia el país del Rey Encantador. Caminó ocho días y noches sin parar, y luego llegó a una montaña hecha de marfil. Escaló lo más que pudo hasta sentirse muy abatida; cuando se acordó de los huevos, rompió uno y dentro de él salieron pequeños ganchos de oro con los que colocó en sus pies y manos, y subió la montaña con facilidad. Al llegar a la cumbre se encontró con nuevas dificultades, porque el valle de abajo era un gran espejo liso en la que sesenta mil mujeres se admiraban a sí mismas a través de este. Ellas sentían necesidad por el espejo puesto que este no mostraba cómo en verdad eran sino cómo ellas deseaban ser. Ninguna había llegado a la cima de la montaña, y cuando vieron a Fiorina estallaron en gritos furiosos: 
"¿Cómo pudo esta mujer trepar la colina? Si desciende sobre nuestro espejo sus pasos podrían quebrarlo en mil pedazos".
La reina, sin saber qué hacer, rompió el segundo huevo y salieron volando dos palomas sujetas a un elegante carruaje en la que Fiorina montó y descendió suavemente sobre el espejo a los pies del valle.
 "Ahora, mis palomas bonitas", dijo, "¿me llevarían al palacio del Rey Encantador?" 
Las palomas obedientes volaron día y noche hasta que llegaron a las puertas de la ciudad.
Allí la reina las despidió con un beso dulce, que valía más que su corona.
¡Cuán rápido su corazón latía cuando ella entró, y pidió ver al rey!
 "¡Tú!", Gritaron los sirvientes burlándose. "Pequeña niña campesina, tus ojos no son lo suficientemente merecedores de ver al Rey. Además, él irá mañana al templo con la princesa Troutina con quien por fin ha aceptado casarse".
Fiorina se sentó en un escalón y escondió el rostro bajo del sombrero de paja y su pelo caído. "¡Ay!" Exclamó, "mi pájaro azul me ha abandonado."
Ella no comió ni durmió, y al alba se levantó y abrió paso entre los guardias del templo donde vio dos tronos, uno para el Rey Encantador y el otro para Troutina, quienes habían arrivado. Frunciendo el ceño, Troutina exclamó: "¿Qué criatura es quien se atreve acercarse a mi trono de oro?"
"Yo soy una pobre campesina", dijo Fiorina, "Vengo desde muy lejos para vender curiosidades". Y sacó de su bolsa las pulseras de esmeraldas que el pájaro azul le había dado.
"Son baratijas muy bonitas", dijo Troutina. El Rey al ver los ornamentos se puso pálido, recordando los que le había dado a Fiorina.
"Estas pulseras valen la mitad de mi reino, y no pensé que había más de un par en el mundo."
"Entonces voy a comprarlos", dijo Troutina, pero Fiorina se negó a venderlos por dinero: el precio que pedía era el permiso para dormir una noche en la Cámara de los Ecos.
"Como quieras, tus negocios son lo suficientemente barato", respondió Troutina riendo: y cuando ella se echó a reír mostró los dientes como los colmillos de un jabalí.
Cuando el Rey era un pájaro azul, había informado a Fiorina sobre esta Cámara de los Ecos donde se podía escuchar cada palabra dicha en ella. No podía haber elegido una mejor forma de reprocharle su infidelidad. Sin embargo, vanos fueron los sollozos de Fiorina, pues el Rey había comenzado a tomar opio para calmar su dolor. Al día siguiente, Fiorina estaba en una gran inquietud. ¿Pudo haber realmente oído y le ha sido indiferente mi dolor, o a caso no oyó nada? Ella determinó comprar otra noche en la Cámara de los Ecos, pero no tenía más joyas para tentar a Troutina, de modo que ella rompió el tercer huevo. De ahí salió un carro de acero pulido, con incrustaciones de oro, tirado por seis ratones verdes, el cochero era una rata de color rosa. En el interior del carro había títeres pequeños que se comportaban como damas y caballeros  vivos.
Cuando Troutina fue a caminar por el jardín del palacio, Fiorina la esperaba en un callejón verde e hizo galopar a los ratones hasta que la princesa estaba tan encantada que quería comprar la curiosidad a cualquier precio. Una vez más Fiorina le exijía el permiso para pasar otra noche en la Cámara de los Ecos, y de nuevo el rey, sin ser molestado por su llanto debido al opio, durmió sin despertarse hasta el amanecer.
Al tercer día, uno de los criados del palacio, fue a hablar con Fiorina y le dijo:
"Estúpida campesina, es así cómo el rey toma opio todas las noches, o es que quieres molestarlo con esos horribles llantos tuyos".
"¿Eso hace?" dijo la reina comprendiéndolo todo. "Entonces si prometes esta noche mantener la taza de opio lejos de él, estas perlas y diamantes", y ella tomó un puñado de ellos de su saco, "serán tuyos."
El criado aceptó; luego Fiorina rompió el cuarto huevo de la que surgió un pastel preparado con aves, que a pesar de que habían sido desplumados, horneados, y listo para la mesa, cantaba tan maravillosamente como si las aves estuvieran vivos. Troutina, encantada con esta novedad maravillosa, lo compró por el mismo precio que el resto.
Cuando todos los del palacio estaban dormidos, Fiorina por última vez, con la esperanza de que el Rey Encantador la oyera, y lo llamaba diciéndole todas las expresiones más dulces recordandole así todos los votos que él le había hecho y sus dos años de felicidad.
 "¿Qué te he hecho para que me hayas olvidado y quisieras casarte con Troutina?" sollozó, y el rey, que estaba completamente despierto, la escuchó. Él no podía entender de quién era esa voz ni de dónde venía, pero de alguna manera le recordaba a su querida Fiorina, a quien nunca había dejado de amar. Llamó a su criado, le preguntó quién estaba durmiendo en la Cámara de los Ecos, y éste le dijo que era una campesina que le había vendido a Troutina un brazalete de esmeraldas. Entonces él se levantó, se vistió a toda prisa y fue en busca de la campesina. Ella estaba sentada en el suelo muy triste, con el cabello ocultando su rostro y sus ojos hinchados por las lágrimas, pero él reconoció a su amada Fiorina. Cayó de rodillas ante ella, besó sus manos, se abrazaron y lloraron juntos.
En ese momento apareció una hechicera amistosa, con una magia aún más grande que Soussio, era la misma que había dado a Fiorina los cuatro huevos. Ella vio que su amor era más fuerte que el poder de Soussio, y exclamó que los amantes debían casarse sin más demora.
Cuando estas noticias llegaron a los oídos de Troutina, corrió hacia la Cámara de los Ecos, y allí vio a su hermosa rival, a quien tan cruelmente había tratado. Sin embargo, en el momento que abrió su boca para maldecirlos a ambos, su lengua fue silenciada para siempre y la hechicera la transformó en una trucha, y la arrojó por la ventana hacia una corriente que fluía a través del jardín del castillo.
En cuanto al Rey Encantador y la Reina Fiorina, librados de todas sus penas y entregados el uno al otro, su alegría era indescriptible y duró hasta el final de sus vidas.

Fin
(Autor Desconocido)




 

El pájaro Azul (IV)






La reina maliciosa intentó con todas sus fuerzas conseguir que Troutina se casara, pero todo era en vano.
"Si se tratara de Fiorina", decían los reyes y sus embajadores, "estaríamos complacidos de firmar el contrato."
 
"Esa chica que nos frustra todavía," dijo la reina "debe tener alguna artimaña secreta con los pretendientes extranjeros. Sin embargo, la vamos a buscar y a castigar." La reina y Troutina se habían dirigido hacia donde estaba Fiorina.
Ella se había vestido como de costumbre, con el máximo cuidado, para complacer a su pájaro azul, y se había adornado con todas las cosas bonitas que él le había dado. Él se sentó en el alféizar de la ventana, y ella se sentó en la ventana, y cantaron juntos un dueto, que la reina al escucharlos desde afuera rompió la puerta y se precipitó al recinto. 
Lo primero que hizo Fiorina fue abrir la ventana para que su pájaro Azul pudiera volar, pero él no quería. Había visto a la reina y a Troutina, y aunque no podía defender a su princesa, se negaba a abandonarla.
Las dos se abalanzaron sobre ella como fieras pero la maravillosa belleza de sus espléndidas joyas las había sorprendido.
"¿De dónde vinieron todos estos adornos", exclamaron. 
"Los encontré", dijo Fiorina, y se negó a responder más.
 "Alguien te las debió haber entregado a cambio de tu traición contra tu padre y el reino." 
"¿Cómo sería capáz de ello? Yo, una pobre princesa, mantenida en cautiverio durante dos años, con ustedes como mis carceleras?" 
"En cautiverio", repitió la reina. "¿Por qué entonces te vistes tan elegante y adornas este recinto con flores?" 
"Tengo suficiente tiempo libre: puedo pasar todo el tiempo adornando este lugar en vez de lamentar mis desgracias siendo inocente" 
"Inocente, en efecto" exclamó la reina, y empezó a buscar en la habitación. En ella encontró todos los diamantes, rubíes, esmeraldas, amatistas y otras joyas del Rey Encantador. Mientras tanto, desde la ventana, el pájaro azul, que tenía la vista de un lince, cantaba en voz alta, "¡Cuidado, Fiorina!" 
"Usted ve, señora", dijo Fiorina, "incluso los espíritus del aire se apiadan de mí." 
"Veo que estás en confabulación con los demonios, pero tu padre te juzgará", y habiéndola asustado mucho, la reina la dejó. Se había puesto de acuerdo con Troutina para poner en el recinto de Fiorina a una dama de compañía, para que la vigilara desde la mañana hasta la noche. Cuando la princesa se enteró de esto, cayó en un gran dolor."¡Ay!", exclamó, "ya no puedo hablar con mi pájaro que me ama, y que nuestro amor es consuelo para todas nuestras desgracias ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué voy a hacer.?" Y ella se fundió en un mar de lágrimas. 
No se atrevía a abrir la ventana, aunque la princesa escuchaba continuamente las alas de su pájaro Azul revoloteando alrededor. Desde hace más de un mes, mientras esperaba, la criada la vigilaba noche y día.  
Por fin, vencida por el cansancio, la criada se quedó dormida, y Fiorina abrió su ventana, y cantó en voz baja:
 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado."
 El pájaro azul voló hacia el alféizar de la ventana, y se prodigaban un centenar de caricias, y hablaron hasta el amanecer. A la noche siguiente sucedió lo mismo, hasta que comenzó la esperanza de que la criada, que parecía disfrutar de su sueño, se duermiera todas las siguientes noches. Pero en la tercera noche, al oír un ruido, se despertó y vio, a la luz de la luna, a la princesa Fiorina sentada en la ventana con un hermoso pájaro azul, que le susurraba en su oído y le acariciaba suavemente con su pico. La espía escuchó y oyó toda la conversación, muy sorprendida de que una princesa podía ser tan cariñosa con una simple ave. Al día siguiente, la criada le contó todo a la reina y a Troutina, quién llegó a la conclusión de que el ave no podía ser otro que el Rey Encantador. Enviaron de vuelta a la criada y le pidieron que no expresara curiosidad, sino que fingiera sueño, y fuera a la cama antes de lo habitual. Entonces la pobre princesa engañada abrió la pequeña ventana, y cantó su canción de siempre:
 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado."  
Pero no apareció el pájaro Azul. La reina había colgado filosos cuchillos por fuera del hueco del árbol: el pájaro voló contra ellos y cortaron sus patas y sus alas, hasta que cayó cubierto de sangre.
"¡Ah, Fiorina, ven en mi ayuda!", Suspiró. "Pero ella está muerta, lo sé, y voy a morir también".
 

En ese momento, su amigo el mago, quien desde que había visto el carro con ranas aladas regresando al reino sin el Rey Encantador, había dado ocho vueltas al mundo en busca de él; en su noveno viaje llegó hasta el árbol donde yacía el pobre pájaro azul, gritando, "¡Rey Encantador! ¡Rey Encantador!"
El rey reconoció la voz de su mejor amigo: con lo cual el mago lo sacó del hueco del árbol, curó sus heridas, y escuchó toda su historia. Él convenció al Rey Encantador que, vencido por el temor y los tratos crueles, Fiorina debió haberle traicionado.
"¡Entonces haz lo que quieras conmigo!", Exclamó el rey, "Colócame en una jaula y me llevarás de vuelta contigo. Por lo menos estaré a salvo durante los cinco años que tengo que soportar." 

"Pero", dijo el mago, "¿puedes permanecer cinco años en esta indigna situación? Tu tienes enemigos que seguramente querrán apoderarse de tu reino."
 "¿Por qué no puedo volver y gobernar como antes?" 
"Me temo", respondió su amigo, "que la cosa es difícil. ¿Quién obedecería a un pájaro azul?" 
"¡Ah, eso es muy cierto!", exclamó el rey con tristeza. "La gente sólo juzga por lo exterior."
Fiorina mientras tanto, abrumada por la pena, cayó gravemente enferma, y en su enfermedad ella seguía cantando día y noche su pequeña canción:

 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado." 
Pero nadie la consideraba.  
Por fin, hubo un giro inesperado en su vida: su padre murió, y el pueblo que sabía que ella era su única heredera, empezaron a investigar de común acuerdo ¿dónde esta la princesa Fiorina? Ellos asaltaron el palacio en multitudes exigiendo por su soberana. Los disturbios llegaron a ser tan peligrosos que Troutina y su madre huyeron al palacio del hada Soussio. Entonces el pueblo asaltó la torre, rescataron a la princesa casi moribunda y la coronaron como su Reina.
El intenso cuidado que le habían proporcionado, y su anhelo de vivir con el fin de volver a ver a su pájaro Azul
, restauraron la salud de Fiorina, y le dio fuerzas para llamar a un consejo y organizar todos los asuntos de su reino. Entonces ella salió por la noche, y sola, para ir por el mundo en busca de su amado pájaro Azul.


(Continuará)



El pájaro Azul (III)


"Adorable princesa", dijo, "¿por qué lloras? Ninguno de sus problemas están sin solución" 
"¿Quién me habla tan gentilmente?", Preguntó Fiorina.
"Un rey que te ama, y ​​que nunca amará a ninguna otra" Y diciendo esto, voló hasta la ventana. Al principio, la princesa se asustó mucho, porque ella no podía entender cómo algo tan extraordinario como un pájaro hablara en palabras como un hombre, sin embargo, mantenía todavía la voz aflautada de un ruiseñor. Pero pronto comenzó a acariciar su hermoso plumaje, y acariciándolo le preguntó. 
"¿Quién eres tú, pájaro encantador?"
 "Usted ha dicho mi nombre. Yo soy el Rey Encantador, condenado a ser un pájaro por siete años, porque yo no renuncio a ti."
 "¡Ah, no me engañes! Sé que te has casado con Troutina. Ella vino a visitarme con tus diamantes en el cuello, y tu anillo en su dedo, con la Corona de Oro y el manto real que tú le habías dado, mientras yo estaba cargando cadenas de hierro"
"Todo eso es falso", cantaba el pájaro azul, y le contó toda su historia, la cual la consoló tanto que ella no pensó más en sus desgracias. Conversaron hasta el amanecer, y prometió fielmente verse cada noche.
Mientras tanto, la princesa no podía dormir pensando en su pájaro Azul. "¿Y si los cazadores le disparan, o si las águilas y los milanos lo atacan, y los buitres lo devoran como si fuera un mero pájaro y no un gran rey? ¿Qué debo hacer si veo sus pobres plumas esparcidas por el suelo, y no supiera más de él?" Así ella se lamentaba todo el día.

 La hermosa ave azul, se escondía en un árbol hueco, pasaba las horas pensando en su princesa.
 "¡Qué feliz me siento de haberla vuelto a encontrar, tan buena y tan dulce!" Y como él quería darle toda la atención que un amante desea, voló a su propio reino, entró en su palacio por una ventana abierta, y buscó algunos aretes de diamantes, los cargó en su pico, y cuando llegó la noche, se los ofreció a Fiorina. 
Noche tras noche, él le llevaba cosas hermosas, y conversaban hasta el amanecer, momento en el que volaba de vuelta al árbol hueco, donde cantaba sus alabanzas con voz tan dulce que los transeúntes pensaban que no era un pájaro, sino un espíritu.
Así, durante dos años, Fiorina pasaba su tiempo y nunca se arrepentía de su cautiverio. Su pájaro Azul la visitaba todas las noches, y se amaban entrañablemente.
 

(Continuará)