El pájaro Azul (IV)






La reina maliciosa intentó con todas sus fuerzas conseguir que Troutina se casara, pero todo era en vano.
"Si se tratara de Fiorina", decían los reyes y sus embajadores, "estaríamos complacidos de firmar el contrato."
 
"Esa chica que nos frustra todavía," dijo la reina "debe tener alguna artimaña secreta con los pretendientes extranjeros. Sin embargo, la vamos a buscar y a castigar." La reina y Troutina se habían dirigido hacia donde estaba Fiorina.
Ella se había vestido como de costumbre, con el máximo cuidado, para complacer a su pájaro azul, y se había adornado con todas las cosas bonitas que él le había dado. Él se sentó en el alféizar de la ventana, y ella se sentó en la ventana, y cantaron juntos un dueto, que la reina al escucharlos desde afuera rompió la puerta y se precipitó al recinto. 
Lo primero que hizo Fiorina fue abrir la ventana para que su pájaro Azul pudiera volar, pero él no quería. Había visto a la reina y a Troutina, y aunque no podía defender a su princesa, se negaba a abandonarla.
Las dos se abalanzaron sobre ella como fieras pero la maravillosa belleza de sus espléndidas joyas las había sorprendido.
"¿De dónde vinieron todos estos adornos", exclamaron. 
"Los encontré", dijo Fiorina, y se negó a responder más.
 "Alguien te las debió haber entregado a cambio de tu traición contra tu padre y el reino." 
"¿Cómo sería capáz de ello? Yo, una pobre princesa, mantenida en cautiverio durante dos años, con ustedes como mis carceleras?" 
"En cautiverio", repitió la reina. "¿Por qué entonces te vistes tan elegante y adornas este recinto con flores?" 
"Tengo suficiente tiempo libre: puedo pasar todo el tiempo adornando este lugar en vez de lamentar mis desgracias siendo inocente" 
"Inocente, en efecto" exclamó la reina, y empezó a buscar en la habitación. En ella encontró todos los diamantes, rubíes, esmeraldas, amatistas y otras joyas del Rey Encantador. Mientras tanto, desde la ventana, el pájaro azul, que tenía la vista de un lince, cantaba en voz alta, "¡Cuidado, Fiorina!" 
"Usted ve, señora", dijo Fiorina, "incluso los espíritus del aire se apiadan de mí." 
"Veo que estás en confabulación con los demonios, pero tu padre te juzgará", y habiéndola asustado mucho, la reina la dejó. Se había puesto de acuerdo con Troutina para poner en el recinto de Fiorina a una dama de compañía, para que la vigilara desde la mañana hasta la noche. Cuando la princesa se enteró de esto, cayó en un gran dolor."¡Ay!", exclamó, "ya no puedo hablar con mi pájaro que me ama, y que nuestro amor es consuelo para todas nuestras desgracias ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué voy a hacer.?" Y ella se fundió en un mar de lágrimas. 
No se atrevía a abrir la ventana, aunque la princesa escuchaba continuamente las alas de su pájaro Azul revoloteando alrededor. Desde hace más de un mes, mientras esperaba, la criada la vigilaba noche y día.  
Por fin, vencida por el cansancio, la criada se quedó dormida, y Fiorina abrió su ventana, y cantó en voz baja:
 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado."
 El pájaro azul voló hacia el alféizar de la ventana, y se prodigaban un centenar de caricias, y hablaron hasta el amanecer. A la noche siguiente sucedió lo mismo, hasta que comenzó la esperanza de que la criada, que parecía disfrutar de su sueño, se duermiera todas las siguientes noches. Pero en la tercera noche, al oír un ruido, se despertó y vio, a la luz de la luna, a la princesa Fiorina sentada en la ventana con un hermoso pájaro azul, que le susurraba en su oído y le acariciaba suavemente con su pico. La espía escuchó y oyó toda la conversación, muy sorprendida de que una princesa podía ser tan cariñosa con una simple ave. Al día siguiente, la criada le contó todo a la reina y a Troutina, quién llegó a la conclusión de que el ave no podía ser otro que el Rey Encantador. Enviaron de vuelta a la criada y le pidieron que no expresara curiosidad, sino que fingiera sueño, y fuera a la cama antes de lo habitual. Entonces la pobre princesa engañada abrió la pequeña ventana, y cantó su canción de siempre:
 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado."  
Pero no apareció el pájaro Azul. La reina había colgado filosos cuchillos por fuera del hueco del árbol: el pájaro voló contra ellos y cortaron sus patas y sus alas, hasta que cayó cubierto de sangre.
"¡Ah, Fiorina, ven en mi ayuda!", Suspiró. "Pero ella está muerta, lo sé, y voy a morir también".
 

En ese momento, su amigo el mago, quien desde que había visto el carro con ranas aladas regresando al reino sin el Rey Encantador, había dado ocho vueltas al mundo en busca de él; en su noveno viaje llegó hasta el árbol donde yacía el pobre pájaro azul, gritando, "¡Rey Encantador! ¡Rey Encantador!"
El rey reconoció la voz de su mejor amigo: con lo cual el mago lo sacó del hueco del árbol, curó sus heridas, y escuchó toda su historia. Él convenció al Rey Encantador que, vencido por el temor y los tratos crueles, Fiorina debió haberle traicionado.
"¡Entonces haz lo que quieras conmigo!", Exclamó el rey, "Colócame en una jaula y me llevarás de vuelta contigo. Por lo menos estaré a salvo durante los cinco años que tengo que soportar." 

"Pero", dijo el mago, "¿puedes permanecer cinco años en esta indigna situación? Tu tienes enemigos que seguramente querrán apoderarse de tu reino."
 "¿Por qué no puedo volver y gobernar como antes?" 
"Me temo", respondió su amigo, "que la cosa es difícil. ¿Quién obedecería a un pájaro azul?" 
"¡Ah, eso es muy cierto!", exclamó el rey con tristeza. "La gente sólo juzga por lo exterior."
Fiorina mientras tanto, abrumada por la pena, cayó gravemente enferma, y en su enfermedad ella seguía cantando día y noche su pequeña canción:

 "Pájaro Azul, Pájaro Azul, Ven a mi lado." 
Pero nadie la consideraba.  
Por fin, hubo un giro inesperado en su vida: su padre murió, y el pueblo que sabía que ella era su única heredera, empezaron a investigar de común acuerdo ¿dónde esta la princesa Fiorina? Ellos asaltaron el palacio en multitudes exigiendo por su soberana. Los disturbios llegaron a ser tan peligrosos que Troutina y su madre huyeron al palacio del hada Soussio. Entonces el pueblo asaltó la torre, rescataron a la princesa casi moribunda y la coronaron como su Reina.
El intenso cuidado que le habían proporcionado, y su anhelo de vivir con el fin de volver a ver a su pájaro Azul
, restauraron la salud de Fiorina, y le dio fuerzas para llamar a un consejo y organizar todos los asuntos de su reino. Entonces ella salió por la noche, y sola, para ir por el mundo en busca de su amado pájaro Azul.


(Continuará)



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